LA MEDITACIÓN

Cuando uno escucha la palabra meditación la asocia generalmente a una persona sentada, con los ojos cerrados, quieta y sin moverse, y ciertamente esta imagen no es del todo errada con respecto al concepto que nos va a permitir interiorizarnos en este tema. Esta imagen de quietud e inacción tiene que ver en parte con el concepto de meditar. Retengamos por un momento el concepto de quietud. Esta quietud tiene que ver específicamente con la mente, y cuando nos referimos a la inacción no nos referimos a la quietud del cuerpo sino a la quietud de la mente. Una persona puede estar perfectamente quieta y sin embargo su mente encontrarse en un estado de hiperactividad . Su cuerpo puede estar quieto, pero su mente se encuentra saltando de un pensamiento a otro, de una emoción a otra. Y lo contrario también es cierto, una persona puede estar con su cuerpo en movimiento pero su mente perfectamente quieta.
Desde el punto de vista de la filosofía yóguica el ser humano se encuentra en un estado de ignorancia que lo lleva a identificarse con el cuerpo y con la mente, y lo lleva a ignorar su propia naturaleza esencial. Esta naturaleza esencial se encuentra más allá de la materia, pero también más allá de la mente y de sus manifestaciones. La tradición yóguica dice que detrás de este velo mental y corporal se encuentra el Ser, el Atman, el estado de pura conciencia, cuya naturaleza es de una dicha y una paz perdurable, lo cual trae ecuanimidad y un estado de paz interior.

Es por ello que el propósito de la meditación es el de trascender las identificaciones con el cuerpo, con los sentidos y con la mente.
El fin de la meditación es alcanzar este estado de paz profunda en donde se experimenta una dicha y una alegría sin motivo, como la naturaleza esencial del ser humano. En este estado el sujeto y el objeto desaparecen, quedando solo la pura conciencia.
Según las enseñanzas del Yoga esto solo se puede alcanzar de una sola forma: deteniendo los movimientos de la mente. Solo cuando la mente detiene sus movimientos incesantes, se alcanza este estado de paz profunda y felicidad perdurable.
En un primer acercamiento a esta rotunda e impactante afirmación la mente del occidental se revuelve quedando en un estado de perplejidad absoluto. En este punto el pragmatismo y racionalismo occidental se enfrenta profundamente a las concepciones orientales, concepciones que poseen miles de años de antigüedad.
Entonces tenemos que la meditación es un estado de conciencia donde se trasciende la identificación con el cuerpo y con la mente. Es por ello que se le llama estado trascendental. La mente detiene sus incesantes movimientos, se aquieta completamente. El meditador experimenta un estado de paz profunda y de energía latente, la energía de la vida misma latiendo desde lo profundo del Ser.


LA NATURALEZA DE LA MENTE
Los pensamientos son como las olas, que van y vienen sin cesar, que se encadenan unos a otros infinitamente.
Es imposible ver el fondo del lago cuando las olas agitan su superficie por acción del viento. Desde la filosofía yóguica en el fondo del lago, o sea por debajo de la mente, se encuentra la esencia del ser humano. Pero es imposible percibirla mientras su superficie está agitada por el ir y venir de los pensamientos, así como es imposible percibir el fondo del lago cuando sus olas se agitan.
De la misma forma que cuando el viento cesa de soplar, las olas de la superficie del lago se calman y se puede ver el fondo, cuando los pensamientos se acallan se percibe la esencia del Ser. Cuando el lago se aquieta su superficie se vuelve cristalina y desvela su secreto, su fondo. Así también cuando la mente se aquieta desvela la paz más profunda posible de experimentar.


LA MEDITACIÓN PARA AYUDAR AL CAMBIO
Una persona que por medio de la meditación adquiere paz en su vida, ya no sale a buscar desenfrenados objetos de goce, que por lo demás demuestran ser siempre perecederos y causar dolor por su pérdida. Esa persona se encuentra a sí misma y su mente se serena. Comienza a respetar la vida en todas sus formas, porque ha entrado en contacto con la energía latente de la vida en su interior. Una persona que medita se vuelve pacífica y no necesita enredarse en los juegos del dolor hacia sí y hacia otros.
Esto no es una utopía ideal, solo es necesario preguntarse sinceramente que se espera de esta corta vida de unos 75 años aproximadamente.


EL PROCESO
Lo esencial en la meditación es aquietar la mente. Esto se puede lograr por medios diferentes. Por medio de posturas y el control consciente de la respiración manejamos indirectamente los sutiles hilos de la mente, y ésta se aquieta de forma natural y gradual. La mente fascinada por las sensaciones del universo corporal disminuye sus actividades a un mínimo, economizando la energía nerviosa del organismo. Por otro lado el profundo efecto de las posturas y de la respiración sobre el sistema nervioso aquieta la mente de forma extraordinaria y produce una sensación de paz profunda y de armonía interior. La dualidad mente-cuerpo generada en parte por la alienación del pensamiento se diluye, alcanzándose cierto estado de unidad .
Este es un proceso gradual y solo la práctica regular a lo largo de años genera un estado de paz perdurable en la mente. Pero desde el comienzo mismo de la práctica uno puede percibir los efectos y ser conciente del incesante movimiento del pensar y de la profunda alienación que este incansable movimiento genera.
Está demostrado que la práctica de la meditación es saludable para el cuerpo y para la mente. La meditación actúa profundamente sobre el estrés y la tensión nerviosa. El efecto del sistema nervioso sobre los órganos del cuerpo les devuelve su armonía, relajando el corazón y la presión arterial por medio de la vasodilatación. Las endorfinas que se liberan en el cerebro producen un estado de éxtasis. Los tejidos y las células se regeneran. La neurosis disminuye.


AVANZANDO EN LA TÉCNICA
Para poder progresar en la meditación se requiere que el cuerpo se vuelva saludable, tanto desde el aspecto funcional como desde el aspecto energético, y esto se logra por medio de la práctica de asanas o posturas, de pranayama o respiración y de una alimentación pura basada en el vegetarianismo que propicie el equilibrio de la mente y le dé la suficiente estabilidad para proceder a la exploración interior y que energéticamente propicie la libre circulación del prana o energía vital.


POSTURA IDEAL PARA PRACTICAR LA MEDITACIÓN
Para la práctica de la meditación se le puede dedicar un tiempo exclusivo en donde el cuerpo y la mente se encuentren en perfecta quietud.
Se debe en lo posible dedicar siempre el mismo lugar físico a esta práctica puesto que favorece a crear un hábito positivo en la mente.
El factor fundamental y clave del éxito es la regularidad en la práctica y la progresión suave.

Nos centraremos ahora en la práctica de la meditación en una postura en particular: la postura de sentado. Esto es una postura que tiene que resultar cómoda durante suficiente tiempo, ya que se la debe mantener en completa inmovilidad y se debe permanecer completamente firme y relajado en ella. Esto es sentado con las piernas cruzadas, la espalda bien derecha en línea con el cuello y la cabeza y los hombros relajados. Las manos descansan sobre el regazo. La práctica regular de asanas permiten que uno pueda permanecer sentado en perfecta quietud y relajación por el término de horas.También se puede realizar la meditación en una silla, si es más fácil así mantenerse quieto.
Los ojos permanecen cerrados durante toda la práctica, aunque existen otras prácticas que son con los ojos abiertos o semiabiertos.
Se comienza con concienciar la respiración haciendo tres respiraciones largas y profundas. Luego se hace la respiración natural.(Otras técnicas de meditación requieren de técnicas respiratorias mas elaboradas, como es el pranayama que no hablaremos en este documento)
Se elige un punto de concentración mental que puede ser entre las dos cejas (ajna chakra) o en el centro del pecho (anahata chakra) y se posa toda la atención mental en dicho punto, con la respiración rítmica y lenta. El cuerpo debe permanecer totalmente inmóvil. Al principio resulta dificil centrar la mente en el punto elegido, puesto que tiende a distraerse en vagos pensamientos, pero con paciencia y suavidad, cuando uno es consciente de la dispersión de la mente, se la vuelve a posar en el punto elegido.Es favorable mantener la lengua cómodamente en el paladar en toda la sesión meditativa, si es posible.
El tiempo de la práctica al principio puede ser solamente 11 minutos, por ejemplo, y poco a poco ir aumentando los minutos hasta 40 minutos. Hay que tener paciencia, perseverancia y regularidad.
Progresivamente la mente se va acostumbrando a este ejercicio, y se va serenando en el punto de concentración elegido.
Este trabajo se puede acompañar según la necesidad de cada uno, con la repetición mental y lenta de un mantra o un sonido que puede ser el Om. Así cada vez que se exhala de forma lenta se repite mentalmente Om. Dejas que el sonido del Om vibre en la mente de forma lenta y regular. Esto puede ser de gran ayuda para reemplazar las ondas desordenadas de la mente por una onda regular y pacífica.

El punto culminante de la experiencia de la meditación según el Yoga se conoce como Samadhi en donde el perceptor y lo percibido se funden, el experimentador y lo experimentado se vuelven una misma cosa y se trasciende las dualidades, alcanzando el estado de unión interior. El Meditador adquiere una paz y dicha interior indescriptible y conoce de primera mano su esencia última,
Solo la práctica y el trabajo gradual y perseverante llevan el barco a buen puerto.
Cualquier persona puede obtener beneficios psico-físicos de la práctica de la meditación. Por medio de ella se puede ayudar a eliminar adicciones, ansiedades y miedos.
Es posible generar un cambio positivo en la propia vida y volverse saludable por medio de la práctica de la meditación. Nadie se arrepentirá de hacer la prueba, no hay duda de ello.


K.Novau

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